En 1985 se publicó un papertitulado “What is Conservation Biology?”. En él, el científico Michael Soulé fue capaz de aglomerar las muchas tendencias y costumbres conservacionistas que llevaban practicándose en esos tiempos, creando el concepto de Biología de la Conservación, que es la administración interdisciplinaria de los recursos naturales y la biodiversidad del planeta con el fin de protegerlos, restaurarlos y reducir el riesgo de extinción de especies. O sea, lo que comúnmente se conoce como ambientalismo.
Cualdo Soulé plasmó su teoría, el planeta tenía menos de 5 mil millones de personas. Hoy somos más de 7 mil millones, para 2100 alcanzaremos según varias estimaciones, la impactante cifra de 10 mil millones, por lo que los científicos se han dado cuenta de que el plan inicial no basta, porque parte importante de su efectividad consistía en aislar ecosistemas prístinos de la presencia humana y con el doble de seres humanos pululando por el globo, la probabilidad de éxito de ese aislamiento baja considerablemente.
El año 2012 apareció un nuevo paper, que emulando al anterior, se llamó “What is Conservation Science?”, en donde el paradigma asume que la interacción del hombre con la naturaleza es inevitable, incluso para lugares que aún son vírgenes.
Desde ese punto de partida, para la gestión de conectar el conocimiento científico con la educación ambiental, se precisa encontrar métodos atractivos y eficientes de hacer comunicaciones. En un mundo donde para preservar la vida natural hay que aceptar la interacción humana con el medioambiente, es clave conocer y enseñar la biodiversidad y la lógica ecológica de los distintos climas. Además se hace necesario potenciar el concepto de ordenamiento territorial a nivel de cuencas completas y con planes de largo plazo, entendiendo por largo plazo no los plazos humanos, sino ecosistémicos, integrando múltiples factores adicionales a los biológicos, ecológicos y climáticos, como la agricultura orgánica, la antropología, la economía y la gestión conjunta entre organizaciones científicas y ambientalistas con las corporaciones, para ayudarlas a corregir sus prácticas con miras a una sostenibilidad ambiental real y facilitar la obtención de financiamiento para no solo preservar lugares prístinos sino recuperar los que estén degradados.
En el mundo del futuro, el paisaje debe dejar de cumplir su rol tradicional y debe empezar a cumplir múltiples roles, incluido el económico de servir de seguro para evitar desastres naturales por su capacidad de regular el clima.