Para muchas personas, las avispas no son seres muy atractivos. En general las asocian inmediatamente al dolor que podrían sentir si es que fueran picados por ellas y pierden el interés en poner atención en estos increíbles seres.
La verdad es que el mundo de estos artrópodos, de la clase insectos, nos deja boquiabiertos cuando aprendemos un poco más de su biología y de su rol en la naturaleza.
En este artículo nos centraremos en una avispa muy especial que recibe diversos nombres comunes como avispón, avispa come-arañas, avispa caza-tarántulas, avispa arañera o simplemente pepsis, debido a su nombre científico Pepsis limbata.
Esta avispa, de la familia Pompilidae, se registra en Chile entre las regiones de Antofagasta y Aisén y se caracteriza principalmente por su gran tamaño, de 5 a 7 cm de largo y por su colorido que a nadie deja indiferente. Seguramente te has cruzado varias veces con ella en tus paseos al aire libre.
Su cuerpo, muy llamativo, es de color negro cubierto por una densa capa de pelos azul metálico, las alas son anaranjadas con un borde oscuro y sus largas patas tienen garras en forma de gancho para agarrar a sus víctimas. Su cabeza, en comparación con el resto del cuerpo, es grande al igual que sus ojos negros brillantes y prominentes.
La coloración de sus alas advierte a sus depredadores que son peligrosas. Esta particularidad en zoología se denomina aposematismo, es decir la capacidad de algunos animales e incluso plantas de poseer rasgos llamativos a los sentidos de sus depredadores para así alejarlos.
¿Cuándo y dónde podemos ver a esta maravillosa especie? La podemos observar en época de primavera y verano desde la costa hasta la cordillera en ambientes relativamente desprovistos de vegetación boscosa, siendo común en zonas abiertas como laderas soleadas.
La Pepsis, es un insecto que realiza una metamorfosis completa, es decir cuyo desarrollo comprende las fases de larva, pupa e imago o adulto, lo cual en zoología recibe el nombre de holometábolos.
Después de cumplir su metamorfosis, los adultos salen a inicios de la primavera, para visitar flores, principalmente blancas. Pero esta especie no se alimenta solo de néctar, sino que también de sustancias orgánicas animales, ya que es una especie omnívora, donde, mientras los adultos aprovechan el néctar, las larvas son depredadoras alimentándose de arañas de la familia Theraphosidae; más conocidas como “arañas pollitos” o tarántulas. Lo anterior debido a su particular ciclo biológico que ya explicaremos.
Las hembras no buscan solo flores, sino que también buscan arañas de gran tamaño, las que atacan picándolas y provocándoles parálisis. Una vez que la araña no se puede mover debido al veneno inyectado, es arrastrada hasta un nido elaborado por la propia avispa. Una vez en el nido, la avispa realiza la oviposición sobre la araña paralizada, es decir le deposita un solo huevo en el abdomen para que cuando la larva de la avispa eclosione, haga un pequeño agujero en el abdomen de la araña que le servirá entonces para alimentarse y así seguir con su ciclo de crecimiento y transformación. Después de varias semanas, la larva se convierte en pupa y posteriormente en adulto y emerge del abdomen de la araña para continuar con su ciclo de vida.
Esta especie, a diferencia de otras avispas, presenta dimorfismo sexual; es decir encontramos divergencias morfológicas entre machos y hembras, donde los primeros tienen antenas rectas a diferencia de las hembras que las tienen enroscadas.
Ahora, cuando veas a estas avispas volar o posadas en una flor, sabrás que no hay que temerles y que hay que cuidarlas ya que son parte de nuestro ecosistema y porque además estarán en pleno ciclo reproductivo.
Artículo de Gabriela Espejo, veterinaria
Juan Sebastián Espejo, arquitecto